Sobre la ética y el software
Hoy tocan unas pocas reflexiones sobre el uso de la tecnología en
estos tiempos. Lo que hay a continuación son reflexiones personales y
subjetivas, no esperes aprender nada especial, pero me gustaría que
pensaras conmigo. Mi idea con este artículo es sólo reflexionar un
poco más sobre una vieja cuestión en el uso de las herramientas como
armas y aplicar esos mismos criterios básicos a los instrumentos
actuales: software, informática, inteligencia artificial...
¿Debemos dar un paso más hacia otros postulados éticos respecto a la
tecnología? ¿Las libertades personales pueden estar en contra de los
derechos fundamentales? Y ¿Por qué debería importarme? Estos días
de atrás la amiga Fedizen4 o Titi enlazó en esas redes fediversales
por las que me muevo, un artículo a otras licencias éticas que quieren
ir más allá de lo que representa el software libre. Después hice
preguntas similares sobre las licencias en el IRC del CAAD (canal
#caad
del irc-hispano
), obteniendo algunas respuestas derrotistas
que después comentaré. Eso me abrió a pensar en escribir este
artículo cuyo objeto es clarificar también mi línea de pensamiento al
forzarme a repensarla para poner todo por escrito. Si no te gustan
los ladrillos filosófico-ético-morales no leas ésto.
Antecedentes
El ser humano es un ser vivo que nace desarmado. En la naturaleza, sólos sin herramientas, no podríamos enfrentarnos al entorno, seríamos la presa más fácil de cazar por los depredadores: no somos rápidos para huir ni fuertes para pelear. Tampoco lo somos para perseguir piezas de caza o matarlas con nuestras propias manos. Para todo eso hemos necesitado siempre herramientas y la colaboración de una comunidad. Desde la prehistoria hemos necesitado herramientas para cumplir con estas tareas y desde la prehistoria dichas herramientas se han convertido en armas al dirigirse contra los humanos. Hay teorías que sostienen que al contrario que en los animales, cuyas armas evolucionan junto a los mecanismos que pueden inhibir su uso con congéneres, las armas humanas, y su poder destructor, evolucionan mucho más rápidamente de lo que somos capaces de asumir.
Quizá te estás preguntando a qué viene hablar sobre armas y herramientas cuando tu interés está centrado en el software, pero te pido que tengas un poco de paciencia, intentaré ir al grano de una forma más o menos directa, aunque necesito establecer algunas premisas para cimentar mi disperso discurso de pensamiento y poder ponerlo en palabras. Todo esto viene al caso de intentar centrar un discurso sobre el bien y el mal, en algo más concreto como el uso de instrumentos y no en algo abstracto difícil de definir.
El punto al que quiero llegar sin enrollarme mucho, es a que la bondad o maldad no está en la herramienta sino que es una característica del uso y de la percepción del mismo. Un cuchillo en manos de un cocinero es un útil magnífico para elaborar riquísimos platos de comida; empleado para herir o matar a otras personas, el mismo cuchillo, no es ni mejor ni peor de lo que lo era en manos del cocinero, sin embargo, los fines pueden ser percibidos de manera completamente distinta e implica juicios de valor completamente distintos. Siguiendo este hilo de pensamiento podemos perdernos en eternas discusiones sobre la legitimidad en el uso de la violencia o el concepto de guerra justa (si hay alguna que lo sea) o de la autodefensa... Si estuviera escribiendo algún ensayo al uso, estos conceptos merecerían uno o dos capítulos, pero siendo esto un artículo corto para un blog pequeño, unipersonal, tendré que dejarlos así en el aire. Resumiendo, toda herramienta puede ser considerada un arma según cómo se emplee y con qué fines... si no estás de acuerdo con esta explicación ya me lo comentas, si quieres.
Hace unos años1, cuando más utilizaba Smalltalk
, recuerdo que
alguien me criticó por utilizar la herramienta Smalltalk/X para
realizar algunos programas de uso personal. La crítica se basaba en
que no es software libre, entendido así en general, pues contiene
una limitación en su licencia que prohibe su uso en ámbito militar o
en la fabricación de armas. Tendría que repasar la licencia para
decirlo con claridad, porque no me acuerdo bien de la restricción. El
caso es que efectivamente me sirve para ilustrar como la ética y la
libertad, en los temas del software no van juntas como no lo van
tampoco en los temas del mercado.
En cuestiones de tecnología la ética lo es todo y debe prevalecer en todo, lo afirma Gabriela Ramos en una entrevista para el periódico «el País». Puedes estar, o no, de acuerdo con ella, en todo caso toda actividad humana está, lo quieras o no, sujeta a la valoración ética de la misma. Puede que afirmar «lo es todo» sea excesivo, aunque no me parece que lo sea el que la ética debe prevalecer. No me parece que el fin justifique los medios en ningún caso.
Movimiento del software libre
El software libre fue en su día un paso muy importante en el camino hacia el reconocimiento de los derechos que tiene el usuario de software sobre los programas y sistemas que ejecuta en su máquina.
El problema de las licencias de los programas no es sencillo de abordar, pues puede considerarse un programa como un bien, como un servicio, como una obra creativa o como una mezcla de todas esas cosas a la vez. Hay que remarcar que el producto por el que se paga no es lo suficientemente tangible como para decir que compras algo físico, estás comprando sólo el derecho de uso. Pagar por el sistema operativo de un ordenador significa que has pagado por el derecho a que la máquina arranque cuando le das al botón, poniéndose en estado susceptible de aceptar entradas y generar salidas. Pero todos esos programas e información viene guardado en un soporte digital que se leerá en máquinas que para hacer su trabajo deben poder hacer copias de soportes digitales.
Siendo el software un bien intangible la primera reacción de las empresas que querían ganar dinero con el software fue ocultarlo y limitar su uso con sistemas anticopia. Tanto lo limitaron que se llegó al punto de casi prohibir al usuario usarlo: sólo lo puedes instalar en una máquina, si ya lo has instalado en una máquina y tienes que cambiar de máquina pues que tengas buena suerte con la instalación en la nueva... Al fin y al cabo, parece que lo que vendían era el soporte físico de los programas, metidos en bonitas cajas. Pero no era así. De hecho, la llegada de una Internet rápida ha hecho que el software se mueva a servicios online y ya no haya un soporte físico que comprar. Pero en aquellos tiempos se podía llegar al extremo del absurdo, en muchas ocasiones, limitando el derecho de uso a quien pagaba, mientras las copias no autorizadas fluían (o fluyen) sin poder evitarlo. Tuvo que aparecer alguien como Richard M. Stallman, con la intención de defender los derechos de los usuarios de varias maneras agrupadas en las cuatro libertades fundamentales del software libre:
- Libertad de uso: El usuario tiene derecho a utilizar el software sin restricciones para lo que quiera.
- Libertad de estudio: El usuario tiene derecho a ver cómo está hecho el programa que ejecuta en su máquina y estudiar cómo funciona.
- Libertad de modificación: El usuario tiene derecho a hacer cambios en el software para ajustarlo a sus necesidades.
- Libertad de distribución: El usuario tiene derecho a distribuir el software que produce o empaqueta.
En ninguna de esas libertades se especifica que sea gratis, sin embargo, el término free en inglés ha dado mucho lugar a confusión en el mundo del software libre, pues significa tanto libre como gratis en inglés.
En el momento en que una licencia, como pasaba con Smalltalk/X limitara una de esas libertades, ─en este caso la libertad de uso─, no puede considerarse software libre. En todo caso, para vigilar la protección de los derechos del usuario, nació la FSF2 y estableció como marco de libertades las licencias GPL3. A estas alturas, el que más y el que menos, estamos acostumbrados a sus listas de software libre, de licencias libres, de hardware libre. Muchas de esas licencias éticas no entran en el conjunto de las licencias libres.
Hace falta poco esfuerzo para darse cuenta que al estudiar estas licencias, a las GPL me refiero, se ha realizado una limitación en la libertad de distribución: no se pueden distribuir copias de nuestras modificaciones con otra licencia que no sea la GPL. Sin embargo, esta restricción a la libertad es percibida como buena y adecuada en el mundo del software libre, que por tanto también restringe las libertades del usuario sin ningún tipo de arrepentimiento. Esa limitación está prevista para que no pueda retirarse el acceso al software, y que sea la comunidad de usuarios la depositaria del derecho por encima del uso individual. Que está muy bien, pero es un freno a la libertad absoluta.
Quiero poner énfasis en ésto, porque la misma FSF, con sus licencias libres, pone límites a la libertad absoluta. Lo repito con el fin de remarcarlo: el hecho es así sin entrar en las consideraciones de valor que lo califiquen como bueno o como malo.
El open source
Para contrarrestar esa restricción liberticida cierta empresa de sotware enarboló la bandera libertaria contra la opresión de las GPL. Los inicios del open source estuvieron auspiciados por Micro$oft en un intento de ponerle aún más límites a las libertades del sotware libre. En aquella época se criticaron las licencias GPL, especialmente lo hizo Steve Ballmer, que llegó a calificarlas de cáncer para la tecnología informática. Sin embargo, ese mismo directivo de esa empresa elogiaba las licencias BSD. Teniendo en cuanta que Micro$oft había plagiado toda la funcionalidad de redes de OpenBSD, no era de extrañar.
El caso es que lo viví como un intento de meter confusión entre los programadores y desarrolladores de software. Se reconocía que el código que se enseñaba normalmente tiene más calidad que el que se esconde, aunque sea sólo por el hecho de que lo ve más gente y los programadores le ponen más cuidado o quizá porque hay más ojos que pueden detectar errores y corregirlo. El caso es que sus virtudes se pretendieron separar de todo concepto ético o de libertad que promovía la FSF con sus licencias GPL.
El objetivo lo han cumplido, sólo hay que ver que incluso los mismos desarrolladores de código, no tienen claras las diferencias entre los conceptos de software libre y open source. Y la confusión es mayor cuanto más jóvenes son esos desarrolladores. Sin embargo, esa estrategia no dio para más y ahora Micro$oft se encuentra en plena táctica de constrictor, ─abraza y ahoga─, con GNU/Linux.
El caso es que, desde mi punto de vista práctico, el open source siempre me ha parecido escaso. Cuando he intentado compilar alguno de los sistemas open source siempre he fracasado. Creo que no por falta de conocimientos, aunque yo sea psicólogo y no informático. Soy bien capaz de compilar cualquier sistema de software libre que necesite. Normalmente en el código publicado como open source se omiten los ficheros de configuración, makefiles, dependencias y demás cosas necesarias para generar un ejecutable funcional. Al final tienes que fiarte de que el código fuente que se enseña es ─y sólo es ese─ el mismo que genera el binario que ejecutas en tu ordenador. Así pues, la única libertad que parece mantener el open source con respecto al software libre, que es la de poder comprobar cómo funciona el programa, nace viciada de facto.
Por tanto, para mí, no es contemplable como alternativa ética, de ningún modo.
Movimiento del software ético
El software ético se anuncia como un paso más en la ética... ¿está en el camino correcto? Me pregunto, y aún no tengo una respuesta muy clara o muy formada.
Cuando me llegó el enlace y me puse a investigar, efectivamente, encontré documentación y también comentarios paralelos. En este caso, las críticas venían tanto de los partidarios del software privativo como de los partidarios del software libre. Algunos de esos comentarios eran directamente descalificaciones para la impulsora del movimiento, Christine Peterson, y de su código de conducta.
Quizá es cierto, no lo sé porque no he interactuado con esa comunidad, que las normas y el código de conducta es demasiado estricto y muchas veces un desafortunado comentario jocoso desencadena un baneo. Parece que, como en muchas otras comunidades de software hay una benevolente líder que guía el proyecto con mano de hierro. Veo cierto paralelismo con las críticas recibidas por Richard Stallman cuando estaba al frente de la FSF. Es algo que parece esperable en todo este tipo de movidas.
Este tipo de movimientos está formados por seres humanos y aún no conozco ningún ser humano perfecto. Todos somos criticables y todos somos risibles, si te pones a analizarnos con nuestras brillantes ideas y nuestras sombras, todo junto amalgamado en una perfecta contradicción con patas.
Sin embargo, juzgando a priori las licencias que promueve este movimiento de software ético, las ideas me parecen de lo más loable:
- La Hipocratic License prohibe el uso del software licenciado en cualquier actividad que atente contra los Derechos Humanos. Esta licencia es la que promueve la benevolente matriarca del movimiento.
- La 996.ICU está pensada para los defensores de los derechos de los trabajadores.
- La Do No Harm License está pensada para aquellos desarrolladores que quieren dejar un mundo mejor. Abarca aspectos como las limitaciones para las actividades delictivas, tráfico de personas, actos violentos, etc. En realidad es una BSD con cláusulas de limitación.
- La inno3 está pensada más como una orientación contractual para desarrolladores que se dedican a mantener servicios de software libre u open source para que se puedan obtener unas correctas condiciones laborales y de remuneración.
- La Atmosphere License está destinada a preservar el medio ambiente. En realidad es un conjunto de licencias que tocan algunas premisas sobre el uso del petróleo, las energías renovables y otros conceptos afines.
- La (Cooperative) Non-violent Public License tiene dos formas, la NPL y la CNPL. Está pensada no sólo para la distribución de software sino también para obras creativas en general. Después de leerla parece una licencia GPL que garantiza los cuatro derechos o libertades del software libre pero introduce algunas restricciones sobre el uso del software o la obra en actividades violentas o contra los derechos humanos. La versión cooperative añade la limitación de uso en empresas tradicionales, aunque salvaguarda los derechos de uso para cooperativas, por ejemplo.
Las herramientas y la limitación de la libertad
Las herramientas humanas, como ya he dicho antes, siempre se pueden utilizar como arma. Los utensilios son indiferentes al uso que hacen los seres humanos de ellos y, en general, el que sea un buen uso o un uso malvado depende de la apreciación subjetiva de la persona.
Quizá los liberales se retuerzan en sus asientos cuando comento que la Libertad pura no es sostenible e incluso es contraproducente. Tampoco estoy descubiéndoles nada que no hayan percibido en sus propias liberales carnes estos días de atrás con la movida de GameStop y el foro de pequeños inversores de Reddit. He leído comentarios que califican esos hechos como troleada o gamberrada de unos niños bien. No terminan de asimilar que una acción conjunta, comunitaria, barra con las mismas normas a todopoderosas firmas individualistas. Firmas, que por otro lado, piden la desregulación del mercado, puesto que en Europa están prohibidas esas prácticas de apostar en corto a la baja, y que ahora, paradógiamente, se encuentran clamando al regulador de Wall Street para que les deje incumplir el contrato y que ponga freno tales desmanes. Demostrado queda, por tanto, que el mercado libre se regula solo, es una falacia que sólo quieren que así sea mientras ganen dinero los de siempre.
Como comentábamos en el IRC las grandes corporaciones, pongas la licencia que pongas en tu software, se limpiarán el culo con ellas. Tienen medios para copiar, ya sea descaradamente o no, cualquier software que puedas hacer tú en tu casa. Hasta ahora lo han venido haciendo muchas veces, saben que no tienen rival y que los pequeños desarrolladores no pueden obligarles a asumir las licencias del software, porque lo tienen que hacer judicialmente. Hasta ahora, la FSF ha podido denunciar algunos pocos casos flagrantes de incumplimiento, pero eso implica una dedicación y unos gastos que no se pueden mantener en el tiempo por falta de fondos.
Sin embargo, estamos hablando de nuestras herramientas de trabajo. En la actualidad todos necesitamos de algún modo la informática para hacer nuestro trabajo. Aunque muchos podemos trabajar con papel y lápiz no es habitual que hagamos nuestras cartas o informes a mano. También es habitual que tengamos, a estas alturas, documentos guardados en la nube, accesibles desde diversos dispositivos. En todo caso, estamos hablando de que la informática, Internet, y todo lo que tiene que ver con ellas, se han convertido en nuestras herramientas de trabajo. Las podemos utilizar como herramienta o como arma, bien o mal, de manera constructiva o malvada. Aún concediendo que las grandes corporaciones se van a saltar la licencia, pongas la que pongas a tu software, yo dormiría más tranquilo si mi elección está más de acuerdo con mis valores éticos que si no lo está, o ni siquiera lo he pensado.
Esa elección pasa por limitar las libertades puras y no dar permiso de uso a aquellos que utilicen mi código para emplearlo en actividades contra mis principios.
Conclusiones
No es que no me parezca importante la contribución del software libre al avance de las modernas herramientas informáticas. Al contrario.
Sin embargo, he llegado a cierto desasosiego. Podría emplear la táctica del fabricante de cuchillos que es: no preocuparme por el uso que se le dé. Sea este bueno o malo desde una concepción ética de los términos «bueno» y «malo». Nada tienen que ver las consideraciones éticas con la generación de código y entiendo que muchos informáticos ni se la planteen, al menos de momento. Sin embargo, estoy acostumbrado a trabajar con seres humanos, con sus luces y sus sombras, y sé que el ser humano es capaz de las gestas más gloriosas y de las más pérfidas miserias, el mismo ser humano, la misma persona.
Necesito, por tanto, cubrir ese quemazón que me producen las licencias del software y me parece que a partir de ahora seré más cuidadoso con la que emplee. Y debo decir que mi tendencia, ahora, será elegir no sólo la que sea más libre y garantice los derechos del usuario, sino aquella que garantice que esos derechos no se utilizan de una forma torticera o no ética o que priorice los beneficios de unos pocos en contra del beneficio de la comunidad.
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