Reflexiones sobre la tecnología y la edad
Llevo unos días trabajando en un curso sobre seguridad informática
para psicólogos en la plataforma de educación del COPPA1 donde
estoy colegiado. En el repositorio que enlazo voy subiendo también los
textos, aún en borrador, para posteriormente generar el curso en
formatos electrónicos como pdf
o epub
y distribuirlos de manera
gratuita a quien lo quiera leer. De momento me centraré en generar un
curso que se pueda quedar en el «aula virtual» del COPPA y que,
voluntariamente, pueda hacer o seguir el personal colegiado, con sus
autoevaluaciones y otras herramientas que permitan formar un poco a
profesionales cuyo trabajo fundamental se realiza manejando
información de terceros.
Además estos días, colaborando con la Asociación PICA he hecho alguna charla con alguna AMPA2 de algún instituto y colegio. En estas charlas hablamos sobre acoso escolar y también, no podíamos olvidarnos del ciberacoso. El resumen de estas charlas es: los padres han abandonado el tema de la tecnología. Tienen asumido que sus hijos manejan los dispositivos tecnológicos mucho mejor que ellos, así que no hacen nada. El ciberacoso se encuentra en abandono por la mayoría de los padres.
Cuando hablamos en estas charlas con los alumnos me doy cuenta que tienen el mismo conocimiento sobre tecnología que sus padres: cero o ninguno. Saben instalar aplicaciones en dispositivos generalmente móviles o tablets, pocos hablan de ordenadores (y esto es otro dato preocupante). Como digo saben toquetear los botones de una aplicación en una pantalla táctil y lo hacen sin miedo, sin el miedo que seguramente tendrán sus padres a borrar o estropear algo. Sin embargo, hablando con ellos, no saben cómo funcionan esas aplicaciones, o Internet. Si les pregunto directamente reconocen que les gustaría hacer un juego o crear contenido, sin embargo rechazan el uso del ordenador... es un atraso, según ellos, un teclado, un ratón, la pantalla no es táctil, es un engorro llevarlo por ahí, esto aún siendo portátil o transportable. Además utilizan esa tecnología para informarse... y eso es terrible.
Con el acceso a Internet generalizado se crea una curiosa paradoja. Mientras mirar la televisión nos da la sensación de que esa información nos llega de manera pasiva, con el uso de nuestro móvil para lo mismo nos da la falsa sensación de que la búsqueda de información es activa. Vamos a nuestras redes sociales favoritas, nos muestran pantallazos de noticias, apenas titulares que nosotros pinchamos y leemos. Damos de forma tácita el beneplácito de veracidad a cualquier información que nos viene enlazada desde otra cuenta que seguimos. Puede que leamos una o dos líneas tras el titular (redactado siempre de la forma más amarillista posible, con el objeto de viralizarse). Nos parece que interactuamos con esa información, que nosotros la buscamos, porque hemos «pinchado» un enlace, porque movemos la interminable lista de cosas que ver de arriba hacia abajo con un dedo, porque da la impresión que hacemos algo para acceder a esa información.
Soy consciente de lo malas que son las generalizaciones, pero me atrevo a decir que la mayoría de los jóvenes, conscientemente, dejan de lado el único dispositivo en el que podrían tener cierta soberanía electrónica: el ordenador, en favor de otros dispositivos más intuitivos, más cómodos, dicen ellos. Conceptos como la seguridad, la intimidad les suenan de forma difusa, aunque la mayoría delegan esas actuaciones al verdadero gestor del dispositivo: gúguel, micro$oft, ápel... «Si instalas aplicaciones de la store correspondiente no hay problema...». No consideran en ningún momento los permisos que esas aplicaciones solicitan, porque «para algo lo necesitará». No leen las condiciones de uso de ningún servicio: lo aceptan sin más.
Sobre otros aspectos como la gestión de memoria o de espacio, saturan el procesador, el acceso a red, con sus aplicaciones y cuando su terminal se ralentiza piden (o exigen) uno nuevo, porque este ya está viejo y no sirve, se cuelga, es una patata.
En los adultos, por el contrario veo rendición: asumen que no entienden con demasiada facilidad. Lo asumen sin informarse o haciéndolo en los sitios que les recomienda feisbús. La mayoría de medios de comunicación actual abogan también como medida de seguridad por «la tienda oficial» con una solvente empresa detrás con recursos para mantenerla limpia... Cuidado con lo gratuito que seguro que es peligroso y lleva malware. Con ese nivel de información está claro que para esos medios todo el Software Libre es sospechoso. Y la gente sin conocimiento, sin ganas de investigar o que ha abandonado el camino de la tecnología a generaciones futuras, lo cree. Cuando les comentas que con el Software Libre puedes ver lo que hace, mientras que con el propietario no, necesitan más información (y muchas veces no hay tiempo en las charlas para dársela).
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