Chamán
En la tienda
Tu padre te llama extendiendo una mano, sus pulmones ya casi no le proporcionan aire suficiente para hablar. Te apresuras a cogerle la mano para que no se canse, pero se suelta y seca tus lágrimas con sus dedos.
─Hija, viene… chamana ─susurra tu padre─. Oigo su milano llamarla con urgencia. Salvadla a ella, a mí la Diosa ya me ha llamado… ¡Salvadla!
De repente notas todo el peso de la mano muerta de tu padre.
¡Salvadla! ha sido lo último que ha dicho y eso hay que hacer: lo ha dicho tu padre lo ha dicho el chamán de la tribu y la tribu siempre obedece. Sales de la tienda con los brazos en alto y señalas al milano.
─Seguid al milano y salvad a la chamana, ha dicho Chamán. La Diosa nos ha escuchado.