Mumbleada sobre conversacionales.

El domingo pasado (25 de noviembre de 2018) hubo una mumbleada¹ algo peculiar. Peculiar por varios motivos que explicaré más tarde, porque primero voy a poner un chismático por si quieres escucharla (ya te advierto que tampoco te pierdes nada).

Mi aterciopelada voz y mi verbo fluido se pueden apreciar en la grabación respondiendo preguntas, como si yo realmente supiera de algo de lo que me preguntan, pero bueno, eligieron ellos al entrevistado. Insistieron tanto.

Me animó el hecho de que el tema eran las aventuras conversacionales o la ficción interactiva, si se quiere emplear un término más amplio. Sin embargo, intenté que otros más conocedores del tema, con más experiencia, participaran también en el asunto y no verme solo ante las preguntas de los asistentes. El caso es que cometí algunas inexactitudes que tampoco voy a mencionar aquí, el que entienda del tema ya las oirá, si escucha el audio, y para el que no entienda tampoco tiene demasiada importancia, y si no escuchas el audio ¿para qué querrías saberlo si ni siquiera te interesa el tema?

Para mí fue la primera vez que utilizaba mumble y me pareció una locura. Quería estar atento a lo que se hablaba, a lo que se escribía y a lo que quería contestar. Mi neurona se saturó en algunos momentos justo cuando algunas palabras aprovecharon para jugar al escondite cuando más las necesitaba.

Bueno, aquello ya pasó y el resultado es lo que hay ahí.