Chamán
Milano
El milano gira en el aire, parece que ha olido la muerte de cerca y espera como buen carroñero a poder alcanzar los despojos. Lo oyes chillar en lo alto. Estás casi segura de que te observa de pie frente a la puerta de la tienda, otro par de ojos más que te escrutinan, como si no tuvieras bastante con los de la tribu.
─¡Tía Ara! ─grita el pequeño Bufo y viene corriendo como siempre a punto de tropezar con unas piernecitas tan cortas─. ¡Tía Ara!
Lo coges en brazos como muchas otras veces.
─¿Estás tiste tía? ─te dice el pequeño rezumando ingenuidad y sólo puedes asentir─ ¿Tas hecho pupa? Te doy un besito y no duele, no duele.
No puedes evitar las lágrimas y el milano chilla de nuevo suspendido entre el cielo y la tierra; y chilla de nuevo suspendido entre lo real y lo irreal; y chilla de nuevo entre el dolor y la desesperación. Te ocultarías del milano entrando en la tienda, pero también no sabes si llevar primero al niño con su madre.